Andrés recoge su liquidación

Andrés conocía el tejemaneje de la oficina y había encontrado la forma de impedir que los demás resolvieran los pequeños problemas del tipo de abrir la puerta del gabinete que se atasca. Además, podía contarse con él para encaminar a las muchachas si alguna tenía que quedarse tarde; estaba orgulloso de eso. Decían que primero corrían a Don Javier que correrlo a él y sintió que fue más o menos así porque lo liquidaron cuando Don Javier se jubiló.

Salió a empezar a buscar trabajo esa misma tarde. Se ahorró los pesos de los camiones, al cabo, caminando podía ver mejor si en algún lado buscaban a alguien. Tres días después regresó al despacho por su liquidación y vio a Don Javier, que había ido a visitar; las muchachas estaban acercándole galletas. Andrés tuvo el impulso de recoger su taza, que seguía junto a la cafetera; pensó que debía llevarse las otras tres que él compró, pero tomó solo la suya.

Iba a ser muy raro andar cargando las tazas; pero ya qué.

Por: Silvia Parque

2 comentarios:

  1. Hacerse el segundo de a bordo tiene esos inconvenientes. Yo que él me llevaba las tazas :-)

    Buen post, me encantó. Un abrazo

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    1. ¡Gracias, Albada! Yo creo que yo las habría dejado, pero me habría arrepentido porque seguro no se las merecían ;)
      Un abrazo.

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