- No es que yo tenga algo contra la casa -dijo la mamá-, es que no puedes seguir negando que la casa tiene algo contra nosotros.
- No exageres -dijo el papá- todas las casas tardan un rato antes de adaptarse a sus inquilinos.
- ¡No somos sus inquilinos! Somos los dueños de la casa.
- Bueno, lo que sea; para la casa es como si fuéramos inquilinos. No exageres.
- No exagero. Ya nada más nos quedan dos hijos, Plutarco, ¿te parece poco?
- Es lo que yo digo: dos hijos no son pocos; además, ya no tienen que compartir la recámara, pueden quedarse cada uno con la suya.
Por Silvia Parque; licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 2.5 México.
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