Un día, cuando ya has pasado las noches más tristes del mundo, las tardes más tristes del mundo y largas mañanas vacías hasta el mediodía, tienes suficiente. Pero deben ser de verdad "las más tristes del mundo", y el vacío tiene que estar tan hueco que llame más tristeza; si no, resistes y se cuela el escalofrío y la lagrimita, y al rato estás de nuevo, frustrada, con la ilusión prendida de su único pedacito en buen estado, a punto de no sabes qué, que no está bien; abres la ventana y ahí vienen: más de esas noches y tardes tan tristes, más de esas mañanas...
Por Silvia Parque; licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 2.5 México.
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