Entonces empezó una especie de competencia: yo sin creer que no me quisieras y tú intentando convencerme. Tenía que ganar porque soy más persistente, pero no tienes límites y una vez sin manos temí que fueras capaz, de verdad, de cortarme la cabeza; quise seguir teniendo cabeza, y aquí estoy, reconociendo que ya no me quieres.
Por Silvia Parque; licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 2.5 México
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