3:00 a.m. Odio que hables como si me conocieras. Odio sobre todo, que cuando no digo la única cosa que quieres saber, pidas que hable, como si de hecho habláramos. Te odio. Lo digo para evitar quebrarme la cabeza contra la pared y porque realmente odio esta sensación de tratar cosas idiotas. Tengo una vida que llenar de amor. No me convienes.
3:30 a.m. Odio que hables como si estuviéramos bien. Preguntas qué pasa, qué me pasa, como si yo pudiera contestar preguntas como ésa. Como si de hecho habláramos. “Si no me vas a hablar voy a saber cada vez menos.” ¿Pues qué crees que sabes? No sabes nada. No supongas que hablamos porque he comentado alguna cosa. No: no estamos bien.
4:00 a.m. Quisiera que pudiéramos hablar, pero no creo que quieras tratar los nudos que no has podido tocar en meses. Sé que creías que caminábamos; pero no: sólo estábamos tomando aire. Pienso y pasa lo que no se puede hablar; que no diga no te aleja: no estás; ni te hace saber menos: no sabes. Y no: no estamos bien. Vamos a ver.
Vas queriendo poder estar, mientras vivo mis propios descubrimientos: qué no soporto, qué quiero. Por ahora, esta distancia nos viene bien.
Por Silvia Parque; licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 2.5 México.
Por lo menos a ti te preguntan que te pasa, veo cierto interés en el otro. Aquí no hay preguntas . Me cansé de preguntar para no obtener respuestas, me cansé de que nadie intentara conocerme por dentro, me cansé de dar para recibir bien poco, pero aquí sigo, como si no pasara nada, porque no sé hacia dónde ir
ResponderEliminarEscribí esto hace buen tiempo; luego hubo un largo periodo sin preguntas... de hecho, olvidé que las había habido. Quédate en lugar seguro, Inma; descánsate de lo triste con lo que alegra, pregúntale a tu corazón a dónde quiere ir, él sí sabe :)
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