Eleazar tiene una flota de taxis: está convencido. De las cinco de la mañana a las doce del día, conduce uno de los coches, porque no tiene algo mejor que hacer a esa hora. Luego, duerme o dormita frente a la televisión, cuando no está comiendo. Los jueves por la noche va a una clase de baile de salón, y regresa al centro comunitario a practicar, los sábados por la noche -se pone muy bien, con todos los de la clase, y otra gente-. Se ahorra la inversión en permisos, mantenimiento, impuestos; no se lleva disgustos ni tiene que lidiar con choferes incompetentes. Un día va a comprar sus placas; ahora no le conviene.
Por Silvia Parque; licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 2.5 México
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