Iba colgada
en su costado. Él era de esos gordos que no parecen poder hacer esfuerzo físico,
pero la llevaba encima como si nada: caminaba con ella encima, hacía todo con
ella encima. A lo mejor se acostumbró y ya no le pesaba.
Una cosa muy
rara, al principio, pero luego era como ver a un hombre con un monito. Porque ella
era como desnuda aunque llevara ropa; como si no hablara, aunque hablara con
él.
También es
raro ver a un hombre con un monito, pero una se acostumbra. Al menos yo, dejé de
fijarme. Así eran ellos. Estaban bien.
Por: Silvia Parque
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