Hoy me dijo una mujer inteligente que dejara a los muertos donde están. Estoy de acuerdo: los muertos se sepultan o se incineran, no nada más para protegernos sanitariamente, sino para deshacernos de ellos. Es una pésima idea invitar a los muertos a cenar, dejan todo apestando -y ni van a poder comer-. Las momias me parecen espantosas y los zombies, patéticos. Los fantasmas son otra cosa; pero basta con anunciarles que están muertos para que desaparezcan del susto.
Por: Silvia Parque
Publicado originalmente
ACÁ.
Elijo vivir, aunque no se me den los esfuerzos y vivir los haga necesarios.
Elijo amar, aunque a veces, porque no somos más que personas, el amor venga con dolor oscuro, tan profundo como el cariño.
Elijo soportar a mi corazón en sus elecciones y arreglármelas para caminar, comer y reír, con él latiendo al ritmo que elige.
Por: Silvia Parque
Publicado originalmente
ACÁ.
Tengo cuatro segundos de su voz; incluyen una inflexión al preguntar y un verbo en imperativo. Han rendido mucho más que los mensajes perdidos con el teléfono anterior. Todavía hoy, bajo la regadera, estrené formas de conocerme que recrearon sus manos (pezones contra la pared).
Me gusta notar cómo el recuerdo -tan sin expectativa- provoca el mismo efecto de este sol inclemente: un sol que fue primero con él, allá lejos (así quedo atrás, como la cabeza dirigida por un jalón de cabello o la historia de vida en el cuerpo inmovilizado).
Mi cabello crece. Propongo a alguien confiable tener sexo. Abro un archivo para trabajar. Reproduzco en mi memoria las palabras exactas del mensaje: "¿Ah, sí?", comienza.
Por: Silvia Parque
Eme escribe "Funambul", que empieza: "Hay un pueblito llamado Funambul / que creció en línea recta [...]"
Lo que sucede ahí es relevante para quienes queremos cumplir nuestros deseos. Hay que ir a leerlo.
ACÁ publiqué "Salud por los poetas funambulistas", donde hago un enlace a una entrada ("Mezcal de pechuga") de La Malquerida.