Hay lecturas para las cuales he requerido buscar continuamente el significado de términos que aparecen, por ejemplo, "La vida inútil de Pito Pérez". Más por el gusto de comprender a cabalidad que por no entender.
Hay otros libros que reconocí no haber entendido, años después de su lectura; algunos en su totalidad, como "El diario de Ana Frank"; otros en aspectos importantes, como "Lolita", de Nabokov.
Tengo una listita de los que necesité leer varias veces, como "El Capital", de Marx. Una listita menor de los que abandoné porque a la falta de comprensión no le acompañó motivación para mayor esfuerzo; por ejemplo, "Ulises", de Joyce.
En mi relación con un librito muy interesante se juntaron ambas cuestiones: desconocer varios términos y no comprender: combinación fatal. Se trata del "Deleite de la discreción y fácil escuela de la agudeza", de Fernández de Velasco y Pimentel (1707-1771). Hace meses lo inicié y llegó un punto en el que no entendía casi nada. Hoy volví a él y entiendo todo. No encuentro lo que no entendía. Tal vez sea cuestión del momento...
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