Micro-regalos: La mujer de rojo

Albada Dos publica "La mujer de rojo" en su blog Micro-regalos. Yo le habría puesto "Lunes por la mañana".

Empieza así:

"Desde que su esposa e hija murieran en un accidente de tráfico, por mucho que el conductor borracho que chocó contra su Seat Panda esté ingresado en la cárcel, Joseba no puede dormir".

Para leerlo hay que hacer click en el título de esta entrada o en el enlace azul.

¿Leer la Biblia?

La primera vez que leí la Biblia completa era una niña y seguramente no entendí nada. Fue un ejercicio de disciplina que no recomiendo, pero que fue bueno para satisfacer mi necesidad de logro [además: guiño para creyentes.- Romanos 8:28]. 
La segunda vez, siendo ya una joven, no recuerdo haberla “terminado”; en todo caso, no era ese mi interés; estaba lista para aprender “algo” y como algo entendí, algo aprendí. 
Ahora, como persona adulta, mi lectura es completamente diferente: es productiva.
Hablo sobre leer la Biblia en ESTE artículo de No creas nada. Los invito a hacer click en el enlace y pasar por ahí. Es un texto breve y sencillo.

Cuando el arte ataque: Relojes

"Me encantan los relojes dentro de la casa, me reconforta verlos en todos lados. Quiero tener uno en la pieza, otro en la cocina". Así empieza "Relojes", texto publicado por JLO en su blog Cuando el arte ataque. Luego nos comparte un relato de Julio Cortázar.

[Click en el título de esta entrada para ir allá.]

La casa


En verano, el techo de lámina provoca mucho calor. Si llueve, la humedad trasmina por las paredes y crece el salitre. En invierno hay días con más frío adentro que afuera. Ana siempre se sintió desgraciada en esa casa, que olía a encerrado y a fritanga aunque se abriera la puerta de enfrente toda la tarde.

Se va, por fin. Había vivido con una tía hasta que la señora murió y los primos la hicieron regresar con su mamá, como para que se reencontraran, pero más bien para correrla. Qué horrible había sido amontonarse con dos hermanas y cuatro hermanos a los que apenas conocía. Pero juntó dinero y ahora podía irse.

Por: Silvia Parque