Un día, cuando me canse, voy a irme. Ahora voy al veterinario.
Él corta la cola; inyecta algo para que no se mueva lo que queda de rabo. Cambia el bozal por un collar que lastima si se escapa un ladrido. Y llegando a la casa me dices: "ya no eres un perro".
Sé que algo enorme va a venir a cortar mis patitas, a deshacer las dos alas brillantes que protegen mi abdomen. Sé que todo lo blanco que llevo dentro se va a desparramar. Pero ahora voy nada más a meterme aquí donde hay mucho oscuro, a ser nada más el bicho en que me he convertido.
Por Silvia Parque; licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 2.5 México.