Casa llena

Me cuelgo un collar de ajos para espantar a los fantasmas. Sé que los ajos son para los vampiros, pero no tengo vampiros.

Les digo: “sé que no existen: desaparezcan”. Me dicen: “¿entonces a quién le ordenas?”

Me hago un pequeño monstruo de dos lenguas para que los fantasmas se sientan poca cosa, y se vayan. Ahora somos demasiados.

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¿Quién me compra una naranja para mi consolación?

Amado esposo:

Me fui de vacaciones a la casa del vecino. Regreso en diez años (con suerte traigo un niñito para alegrarnos las navidades).

Puedes usar mi ropa (no te preocupes si la haces grande, seguro llego con todo nuevo).

Besitos.

Silvia Parque

Con otra gracia

Tengo algo con la palabra "gracias". Necesito otra. 

Una que se diga con la boca más cómoda, los labios totalmente humectados y la lengua limpia y plácida; una que sea como un abrazo de palabra.


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Observación

Que no te va el mundo que hay.

Que estoy en el mundo que hay.

Que vaya si te has dado cuenta.



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Decías "no te portes como una mujer"

No nos entendemos. Debería ser algo que pasa mientras hago una vida. Pero no. Me quedo con mi falta de entendimiento como abierta en canal y por ahí corren las ansias de dormir con un golpe que me abra la cabeza.

Tengo miedo de los escándalos que soy capaz de montar; así que no busco más; no insisto.

Gracias por decir que me quieres; queda asentado –nunca lo dudo-. Gracias por intentar ser paciente. Fue muy amable, antes, el trato amoroso y que ahora te resistas a dejarme. Has hecho lo que a otros les sería imposible, pero no puedes hacer lo que es imposible para ti. No te preocupes.

Quisiera amarte tan incondicionalmente como crees que es el amor; pero amo así, como no te va, como una mujer. Quisiera ser yo la que diga: “amor, hay que separarnos”, pero no habrá un momento cumbre en un buen rato: no quiero pensar. 

Ya no importa si lo dices otra vez o si no lo decimos. 

Habitamos cada cual su mundo, mundos distintos.


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Luego fuiste alguien

Alguna vez fuiste un recién conocido, y el importante era otro. 

Me recuerdo dejando entrar el vacío dulzón de una Coca Cola Light, mientras te iba diciendo: 

"Quita tu boca porque mis piernas empiezan a abrirse. Soy como el perro de Tania al que abren la puerta y se queda en el patio, con todo y que ella no le da de comer. A él no lo hice feliz. Me quitó la ubicación y la necesidad, y ahora te hablo como si fueras alguien en esto". 

Luego fuiste alguien. Tanto cambian las cosas.


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Morado

La luz transmutadora en metafísica
el primer tiempo del dolor ante el legista
signo de penitencia en la cuaresma
el fondo para las flores rosas en mi blusa.

Hoy, yendo a vivir, todo se viste de amarillo.


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Adentro y afuera

Estoy atrapada en un tiempo verbal. Diariamente, hago el ritual de morir que me dice que sigo existiendo. Qué cosa, morir tan diariamente...

Me rindo. Afuera sonrío, hablo, podría caminar por el centro de la ciudad como si bailara. Así que voy a quedarme aquí, sin expresión, sin demandar, lo más quieta posible, y voy a llenarme afuera.


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Postal

Armábamos la fiesta en grande, ¿te acuerdas?
Nos reíamos de todo hasta que empezamos a reírnos de nosotros.

Oí que te reías de mí; decías que me reía de ti.
Ya no hubo risa, y ahora me dan miedo los dientes.


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Jodida pero contenta

ESTA CANCIÓN que no sé quién escribió, pero canta Buika, me la quedo palabra por palabra; tomo como té caliente esta parte de en medio:

[...] mi mundo me está llamando
Voy a marcharme deprisa
Que aunque tú ya no me quieras
A mí me quiere la vida
Yo me voy de aquí
Jodida pero contenta
[...]
Por mi futuro
Con miedo pero con fuerza.

Yo no te culpo ni te maldigo
Cariño mío
[...]
Yo voy haciendo camino
Y que la brisa marinera
Me oriente hacia mi destino
Así es que me voy bajando
Para la orillita de puerto
Y el primer barco que pase
Que me lleve mar adentro

"Perdón por no querer / (si justo vos querías)"

El título de esta entrada son dos versos de "La ineficacia del vocablo", de Mónica Pía. AQUÍ el enlace al poema completo. Quise muchas veces decir lo que dice.

De esas que provocan una sonrisa interior

AQUÍ hay una acuarela que hay que ver. Es "Willow", de Argel Romero. Me parece una imagen de esas que provocan una sonrisa interior.

Ojos de ardilla

Había una vez una campesina bonita, inmigrante. Había también un príncipe, de vacaciones, caminando con sus zapatitos limpios hasta el río de donde todos cogían agua para beber. Ella se enamoró de mirarle, y un día se plantó enfrente de él, mostrando bien abiertos los ojos almendrados herencia de su madre.

Fueron juntos al palacio. Entraron al salón del candil con setecientas velas, y la campesina, acostumbrada a la humilde luz del sol, quedó ciega. Ante la situación, el príncipe decidió quedársela como parte del servicio doméstico.

Estando otra vez de vacaciones, yendo al río, el príncipe recordó los ojos de la ex-campesina ciega, y fue a buscarlos. Los ojos estaban con todo y cara y cuerpo, en una bodega junto a la cocina. Desde entonces, el príncipe se aficionó a trenzar el cabello de la criadita, y solamente dejó de hacerlo en vísperas de irse a a guerra.