El sí de las niñas

Apenas la semana pasada leí "El sí de las niñas", de Félix Rebollo Sánchez.. Aunque la obra fue publicada en 1805 y nuestras costumbres son muy diferentes a las de aquellos años, lo siguiente, puesto en boca de  "Don Diego", no nos queda lejos:
Ve aquí los frutos de la educación. Esto es lo que se llama criar bien a una niña: enseñarla a que desmienta y oculte las pasiones más inocentes con una pérfida disimulación. Las juzgan honestas luego que las ven instruidas en el arte de callar y mentir. Se obstinan en que el temperamento, la edad y el genio no han de tener influencia alguna en sus inclinaciones, o en que su voluntad ha de torcerse al capricho de quien las gobierna. Todo se las permite, menos la sinceridad. Con tal que no digan lo que sienten, con tal que finjan aborrecer lo que más desean, con tal que se presten a pronunciar, cuando se lo manden, un sí perjuro, sacrílego, origen de tantos escándalos, ya están bien criadas, y se llama excelente educación la que inspira en ellas el temor, la astucia y el silencio de un esclavo.
Cuánto sigue entendiéndose la "educación" como el proceso de sometimiento al que manda...

Eleuteria y el brujo


Eleuteria vive con un brujo que no sabe matemáticas: si ordena un par de panes con mantequilla, puede que quiera tres. 

Es un mal tipo. Un día muy nublado, se enojó y la convirtió en piedra; así la dejó como dos años, toda quieta (cuando regresó a la vida humana estaba muy entumida).

La casa está debajo de una plaza, junto a un estacionamiento subterráneo. El brujo sale por un pasillo que conduce a una puerta secreta en el baño para empleados del estacionamiento.  

Eleuteria siempre está en casa; últimamente, restaurando los manuscritos de las pócimas, que están muy estropeados. 

A veces, hablan entre ellos.


Silvia Parque