Paciencia

Esperaba que llegaran por mí cuando era niña.
Esperaba que él llegara cuando había cosas con besos.

Y espero, espantando las ideas, tratando de no esperar.


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Encerrada

"Como Rapunzel era una niña muy hermosa
madre Gothel la adoraba por sobre todas las cosas.
Cuando creció, la vieja madre Gothel pensó:
Nadie sino yo podrá verla o tocarla.
La encerró en una torre sin puertas,
ni escaleras. Tan sólo tenía una ventana en la parte más alta".

Estrofa de "Rapunzel", de Anne Sexton, traducida por Patricia Rivas; publicada en Casa del tiempo, en febrero del año 2000.

Los ojos, sola

"El brillo de mis ojos no es de felicidad, es de ausencia".
Sildelsur

Un verso de Solita y sola, publicado en el blog del mismo nombre con el que firma la autora.

Quiero que sepas que te quise

Quiero que sepas que te quise.
¿Ya sabías?
Me gusta escribirlo, de cualquier modo.
Ya ves que soy dramática. Pues mira:
"Quiero que sepas que te quise".

Y que ya no me ofendo. Ni deseo.
¿Qué podrá significar?


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Rehacer

Elijo no encontrarme contigo. Borro a la gente, lugares y palabras que nos acercaron. Vivo en lo común, dando mi ordinario corazón a quien llegó, a quien amo.



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verdades que asoman: Cuando somos cobardes

    Cuando somos cobardes:

    Cuando somos cobardes no escribimos.
    Cuando somos cobardes resoplamos
    nuestras angustias en palabras
    que hacemos caparazones.

    Somos tortugas.

    La ilusión siempre es coraza.

Un poema de Cincia Ricciuti, desde Venezuela a través de su blog verdades que asoman.

Así soy: Un cuento para Mario

Del blog de Telma, Así soy: Un cuento para Mario: Érase una vez una muñeca de trapo que odiaba ser, por absurdo que parezca, de trapo. Se llamaba Ninota, entre otras cosas, porque nadie se...

De la calle

Era un perro de la calle, medio apaleado, muy flaco; le puse mi plato en el piso, esperando que dejara algo para mí, pero obviamente se comió todo; se quedó hasta con el plato. No me cayó en gracia; pero entendí que era un perro con hambre, y además, no iba a comer yo donde el perro había metido su hocico. Era un plato francés de vidrio blanco (esas importaciones geniales que salen muy baratas), pero a quién se le ocurre... tampoco iba a poder servirme a gusto, después, si el perro ya había comido de ahí. Mientras lo pensaba, en la cocina desaparecía el sartén y se derramaba la olla. 

No hay que dejar entrar perros de la calle. Hay que darles las sobras, en la banqueta, sobre el suelo: es más de lo que tendrían de la basura.


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