por Shaib Montes

En este número de Yo no soy un rebelde, diabólico, publica una persona que está muerta. Iba a escribir: "publica un amigo mío...", pero no era amigo mío, en realidad. Mi camino se cruzó con el de esta persona, de modo que me importó especialmente su muerte. Digo "publica", como algo que él hace; no digo "se publica", como algo que se haya hecho con sus textos.

Lean esas dos páginas. [Debería decir "por favor", pero no quiero.]

En rojo

Realmente vistoso el nuevo número de Yo no soy un rebelde... "Publicación diabólica de San Juan del Río".

El teatro del mundo es muy pequeño

Buscaba algo más de Abraham Magaña en la red. Caigo en la cuenta de que en realidad lo oí por primera vez en El fantasma de la Ópera. Recuerdo el estremecimiento.

Sobre una desolada ciudad casi desértica

En la entrada de hoy de Auraed, Jesús Chávez Marín publica una nota de octubre de 1990, en la que habla de la destrucción asociada al afán urbanista. Parece que vamos destruyendo y afeando algunos lugares...

Que'sque de músico, "poeta" y loco...

Hace más de 20 años, Edgar O'Hara publicó "Los límites de la imaginación", en el Boletín Cultural y Bibliográfico del Banco de la República Colombiana. Aquí el enlace para leer el texto completo. A continuación, un fragmento especial:
Supongamos —amigo lector, amiga lectora— que con cierta regularidad vamos al mercado a "hacer la plaza", esto es, a comprar provisiones para el bitute familiar. Supongamos que tenemos en el mercado una casera, es decir, una señora que tiene un puesto y a la que le compramos semanalmente con una fidelidad casi religiosa. Nuestra casera nos engríe y nos vende el kilo de papas más barato que la casera del puesto de al lado (aunque tal vez nos cobre el doble por el kilo de arvejas, pero quién sabe). Nuestra casera, pues, ha ido metiendo las verduras, las menestras y la fruta en la bolsa de yute con asa, al tiempo que llevaba en un papelito la cuenta. Supongamos que al final de la compra nosotros chequeamos con la señora la operación, a ver si coincide la cifra de su papelito con la del nuestro. Que la suma; que la resta ("un descuentito, pé, tía, ¿o ya se olvidó que soy su casero preferido?"); que los quebrados (ese cuarto de kilo de albahaca y los dos tercios de nísperos, maduritos). En fin, supongamos que durante un año guardamos en un cajón del escritorio esos papelitos. Ahora bien, supongamos que además se nos ocurriera publicar esos papelitos —monumentos todos al tempus fugit del saber humano— en un libro, a papelito por página. Pregunta que cae como la pera madura de la canción aquella de nuestra juventud florida: ¿publicar esa colección nos convertiría en matemáticos?

¿Ya sabes quién es Joseph Kony?

Entonces sabes quienes son los "niños invisibles" de Uganda. Tal vez no haya mayor violencia que hacer pasar a alguien por inexistente...

Por una rubia semidesnuda

Me recomiendan "El parque de los ciervos". Pero no puedo superar el prejuicio. No es porque el libro diga Bestseller mundial; muchos "muy vendidos" me gustan. De hecho, no tendría que ser bueno para gustarme, me gustan muchas cosas que no son "buenas". Tiene que ver, tal vez, con las letras rojas medio redondeadas del título; pero sobre todo, con la mujer semidesnuda de la portada. Y no es que tenga nada en contra de los cuerpos o de la exhibición de los cuerpos. Es que una rubia artificial con la pierna alzada en una silla de director... Tampoco es algo contra el cliché. Hay quien hace maravillas con el cliché...

Pero me lo recomiendan con insistencia, así que aprovecho que el libro está por aquí:
Brillante novelista e ingenioso periodista, Mailer se ha consagrado como el escritor actual más combativo e independiente. Desde sus primeras narraciones breves que escribió mientras estudiaba en Harvard, hasta sus obras más recientes, siempre ha suscitado fuertes reacciones entre sus lectores y controversias entre los críticos. "El parque de los ciervos" no constituye una excepción. Se trata de una novela en el mundo de Hollywood llevada hasta sus últimas consecuencias. En ella se refleja la vida frenética y obsesiva, y las costumbres dominadas por la sexualidad de Desert D'Or, una ciudad situada a unos trescientos quilómetros de la capital de la industria cinematográfica. En su calidad de partícipes y víctimas del poderoso engranaje del cine, los personajes de la obra buscan el éxito a cualquier precio, prescindiendo totalmente de la moral y de la honradez. Sólo un escritor dotado del talento de Mailer podía lograr una novela tan amena y profunda al mismo tiempo.
Me quedo con la promesa de las faltas a la moral. Voy a la solapa y ya me siento mal. Mailer me mira con cierta rudeza... fue a la guerra, ganó dos veces el Pulitzer... el epígrafe es de André Gide...

Vaya, pues.

Saber o no saber

Luis Kimball llegó a la edad adulta sin conocer la diferencia entre un hipopótamo y un ser humano. Afortunadamente, antes de que se terminara el siglo pasado, un literato políglota arremetió contra semejante ignorancia, y terminó con ella.