Bitácora de Macondo: El patito raro

ESTE es un cuento lindo y triste que comienza así:

     "Estaba la mamá pata
     que en su gozo no cabía
     viendo a sus nuevos patitos
     que del cascarón salían".

Pueden hacer click en el título de esta entrada o en la palabra "ESTE", para leerlo completo en el blog de Macondo.

"El último gesto"

Un breve poema de Cinzia Ricciuti, publicado en verdades que asoman, su blog.

Se puede ir a donde está, haciendo click en el título de esta entrada o AQUÍ.

"Si faltan las palabras"

"Si faltan las palabras", es un poema de Juan Trujillo, publicado por Ester en su blog, Autodidacta. Ella dice que tenía que compartirlo con todos, como se hace con las cosas buenas y quise hacer lo mismo. [Hay que hacer click en el enlace azul para leerlo.]

Bitácora de Macondo: El Álamo Negro

El Álamo Negro cuenta cómo le fue a un árbol que nació "en una tierra salina y seca". Se publicó en 1982, en el Heraldo de Aragón. Macondo ya lo había compartido en su blog en 2012. Da gusto leerlo.

[Hacer click en el título de la entrada o en el enlace azul.]

Micro-regalos: La mujer de rojo

Albada Dos publica "La mujer de rojo" en su blog Micro-regalos. Yo le habría puesto "Lunes por la mañana".

Empieza así:

"Desde que su esposa e hija murieran en un accidente de tráfico, por mucho que el conductor borracho que chocó contra su Seat Panda esté ingresado en la cárcel, Joseba no puede dormir".

Para leerlo hay que hacer click en el título de esta entrada o en el enlace azul.

¿Leer la Biblia?

La primera vez que leí la Biblia completa era una niña y seguramente no entendí nada. Fue un ejercicio de disciplina que no recomiendo, pero que fue bueno para satisfacer mi necesidad de logro [además: guiño para creyentes.- Romanos 8:28]. 
La segunda vez, siendo ya una joven, no recuerdo haberla “terminado”; en todo caso, no era ese mi interés; estaba lista para aprender “algo” y como algo entendí, algo aprendí. 
Ahora, como persona adulta, mi lectura es completamente diferente: es productiva.
Hablo sobre leer la Biblia en ESTE artículo de No creas nada. Los invito a hacer click en el enlace y pasar por ahí. Es un texto breve y sencillo.

Cuando el arte ataque: Relojes

"Me encantan los relojes dentro de la casa, me reconforta verlos en todos lados. Quiero tener uno en la pieza, otro en la cocina". Así empieza "Relojes", texto publicado por JLO en su blog Cuando el arte ataque. Luego nos comparte un relato de Julio Cortázar.

[Click en el título de esta entrada para ir allá.]

La casa


En verano, el techo de lámina provoca mucho calor. Si llueve, la humedad trasmina por las paredes y crece el salitre. En invierno hay días con más frío adentro que afuera. Ana siempre se sintió desgraciada en esa casa, que olía a encerrado y a fritanga aunque se abriera la puerta de enfrente toda la tarde.

Se va, por fin. Había vivido con una tía hasta que la señora murió y los primos la hicieron regresar con su mamá, como para que se reencontraran, pero más bien para correrla. Qué horrible había sido amontonarse con dos hermanas y cuatro hermanos a los que apenas conocía. Pero juntó dinero y ahora podía irse.

Por: Silvia Parque

Segundas oportunidades con los libros

Hay lecturas para las cuales he requerido buscar continuamente el significado de términos que aparecen, por ejemplo, "La vida inútil de Pito Pérez". Más por el gusto de comprender a cabalidad que por no entender.

Hay otros libros que reconocí no haber entendido, años después de su lectura; algunos en su totalidad, como "El diario de Ana Frank"; otros en aspectos importantes, como "Lolita", de Nabokov. 


Tengo una listita de los que necesité leer varias veces, como "El Capital", de Marx. Una listita menor de los que abandoné porque a la falta de comprensión no le acompañó motivación para mayor esfuerzo; por ejemplo, "Ulises", de Joyce.


En mi relación con un librito muy interesante se juntaron ambas cuestiones: desconocer varios términos y no comprender: combinación fatal. Se trata del "Deleite de la discreción y fácil escuela de la agudeza", de Fernández de Velasco y Pimentel (1707-1771). Hace meses lo inicié y llegó un punto en el que no entendía casi nada. Hoy volví a él y entiendo todo. No encuentro lo que no entendía. Tal vez sea cuestión del momento...

Eugenio D'Ors y los libros

"Del trato que se les da a los libros", por Eugenio D'Ors (1882-1951).

    Ante el libro, reconozco inmediatamente al hombre de cultura. No necesito saber su manera de entenderlo. Ni siquiera su manera de leerlo. Me basta ver su manera de manejarlo.
    Hay ciertos movimiento, casi instintivos, que designan, desde la infancia, a quien será más tare hombre de cultura. Hay, al revés, forma de maltrato a los libros, pronta denunciantes del bárbaro que leerá muy poco, o que los leerá sin provecho.
    Vean ustedes ese desatentado que ha abierto el tierno volumen por la mitad, empuñando a puño pleno cada una de las dos porciones. Ahora lo deja y ha plegado una de éstas para dejar señal y recordar luego donde ha quedado. Bien, pues yo os digo que las páginas que ha ineptamente manejado ese grosero, no las llegará a entender. 
    Quien las entenderá y gozará es ese otro, este enamorado que, sin darse cuenta, ha acompañado ahora con una ligera caricia de los dedos la apoyada, atenta caricia del mirar.
    Jamás entrará, estad seguros en ello, en los mejores palacios del conocimiento, quien no conozca y adivine esta verdad profunda: los libros no son objetos inertes, sino seres animados.
    Merecen la consideración, el respeto y, por decirlo así, la fraternidad que merecen los más destacados, lo más sensibles y también los más indicativos entre  los vivientes.

Antologado en "El galeno arte de leer", volumen 1.

No puede una menos que sonreír

Ya me he declarado anteriormente seguidora de la página de la Real Academia Española. Como casi todos, lo que más utilizo es su diccionario. Ayer me deleitó la segunda definición ofrecida para "reír":
Manifestar regocijo mediante determinados movimientos del rostro, acompañados frecuentemente por sacudidas del cuerpo y emisión de peculiares sonidos inarticulados.
Una belleza.

Fui a "risa": tal, tal, tal y "la risa del conejo". ¡Cosa menos elegante!

Me encanta. [Aunque sean incapaces de procesar el asunto del lenguaje incluyente (el problema está en extender su autoridad más allá de donde corresponde).]

Publicado originalmente ACÁ.

Niña

Me gastaría la vida en que puedas llegar a donde vas. 

Amo verte ir en cada decisión por tu cuenta.

También me llenas el ama cuando regresas, cuando me llevas... 


Por: Silvia Parque

El muerto que vino a cenar

Hoy me dijo una mujer inteligente que dejara a los muertos donde están. Estoy de acuerdo: los muertos se sepultan o se incineran, no nada más para protegernos sanitariamente, sino para deshacernos de ellos. Es una pésima idea invitar a los muertos a cenar, dejan todo apestando -y ni van a poder comer-. Las momias me parecen espantosas y los zombies, patéticos. Los fantasmas son otra cosa; pero basta con anunciarles que están muertos para que desaparezcan del susto.

Por: Silvia Parque
Publicado originalmente ACÁ.

Elecciones

Elijo vivir, aunque no se me den los esfuerzos y vivir los haga necesarios.

Elijo amar, aunque a veces, porque no somos más que personas, el amor venga con dolor oscuro, tan profundo como el cariño.

Elijo soportar a mi corazón en sus elecciones y arreglármelas para caminar, comer y reír, con él latiendo al ritmo que elige.


Por: Silvia Parque
Publicado originalmente ACÁ.

Mensaje de voz

Tengo cuatro segundos de su voz; incluyen una inflexión al preguntar y un verbo en imperativo. Han rendido mucho más que los mensajes perdidos con el teléfono anterior. Todavía hoy, bajo la regadera, estrené formas de conocerme que recrearon sus manos (pezones contra la pared).

Me gusta notar cómo el recuerdo -tan sin expectativa- provoca el mismo efecto de este sol inclemente: un sol que fue primero con él, allá lejos (así quedo atrás, como la cabeza dirigida por un jalón de cabello o la historia de vida en el cuerpo inmovilizado). 

Mi cabello crece. Propongo a alguien confiable tener sexo. Abro un archivo para trabajar. Reproduzco en mi memoria las palabras exactas del mensaje: "¿Ah, sí?", comienza.


Por: Silvia Parque

And I’m calling your name, I don’t know my own: "Funambul"

Eme escribe "Funambul", que empieza: "Hay un pueblito llamado Funambul / que creció en línea recta [...]" 

Lo que sucede ahí es relevante para quienes queremos cumplir nuestros deseos. Hay que ir a leerlo.

ACÁ publiqué "Salud por los poetas funambulistas", donde hago un enlace a una entrada ("Mezcal de pechuga") de La Malquerida.

Andrés recoge su liquidación

Andrés conocía el tejemaneje de la oficina y había encontrado la forma de impedir que los demás resolvieran los pequeños problemas del tipo de abrir la puerta del gabinete que se atasca. Además, podía contarse con él para encaminar a las muchachas si alguna tenía que quedarse tarde; estaba orgulloso de eso. Decían que primero corrían a Don Javier que correrlo a él y sintió que fue más o menos así porque lo liquidaron cuando Don Javier se jubiló.

Salió a empezar a buscar trabajo esa misma tarde. Se ahorró los pesos de los camiones, al cabo, caminando podía ver mejor si en algún lado buscaban a alguien. Tres días después regresó al despacho por su liquidación y vio a Don Javier, que había ido a visitar; las muchachas estaban acercándole galletas. Andrés tuvo el impulso de recoger su taza, que seguía junto a la cafetera; pensó que debía llevarse las otras tres que él compró, pero tomó solo la suya.

Iba a ser muy raro andar cargando las tazas; pero ya qué.

Por: Silvia Parque

El gordo y ella


Iba colgada en su costado. Él era de esos gordos que no parecen poder hacer esfuerzo físico, pero la llevaba encima como si nada: caminaba con ella encima, hacía todo con ella encima. A lo mejor se acostumbró y ya no le pesaba.

Una cosa muy rara, al principio, pero luego era como ver a un hombre con un monito. Porque ella era como desnuda aunque llevara ropa; como si no hablara, aunque hablara con él.

También es raro ver a un hombre con un monito, pero una se acostumbra. Al menos yo, dejé de fijarme. Así eran ellos. Estaban bien.


Por: Silvia Parque

Si el amor fuera un objeto que se toca

Si el amor fuera un objeto tangible, no sería una esfera sólida, brillante, de superficie lisa, de material incorrupto. Sería un plasma bullente, escurriendo, engullendo cualquier cosa para reconstituir su desgaste,  ensuciándolo todo. Le diríamos a los niños que no se acerquen. Esconderíamos nuestros cuerpos después de llevarlo a donde no pudiera regresar: como a un perro muy querido que hay que abandonar en un lugar donde pueda morir sin que lo veamos.


Por: Silvia Parque
Publicado originalmente AQUÍ.

Pero, ¿qué necesidad?

"No digo tal cosa; pero en fin, decíale yo: ¿qué necesidad tan apremiante tenéis de rimar? ¿Y quién diantre os obliga a publicar? Si se puede perdonar la salida de un mal libro, es sólo a los desdichados que componen para vivir. Creedme, resistid a vuestras tentaciones, ocultad al público esos trabajos; y, por mucho que se os diga, no vayáis a perder el dictado de hombre de bien de que gozáis en la corte, para adquirir, por obra de un ávido impresor, el de autor miserable y ridículo. Eso era lo que yo trataba de hacerle comprender".


Alceste a Oronte en "El misántropo", de Molière.
AQUÍ el vínculo a la entrada sobre Molière en la Wikipedia. 

Palabra Breve: La espera.

En el blog Palabra Breve, Ojo humano publica "La espera", un poema redondo, claro... bonito.

El primer verso dice "Para cuando venga Lucio". AQUÍ el vínculo para leer el texto completo.

"Cuando lleguemos a ese río..."

"Cuando lleguemos a ese río, 
veremos cómo lo cruzamos".
Frase de la abuela de Ojo humano

"Mi abuela era muy sabia, pensó en morir 10 días antes de su muerte.
Hizo su testamento verbal, porque de bienes nada, mi madre se haría cargo de su hermano menor (ese era mi tío Enrique), su funeral sería con cánticos, evangélicos obviamente y su Biblia la podían compartir.
Se tendió en su cama y esperó.
Con una sonrisa y una oración se durmió para siempre.
Había llegado al borde de ese río y lo cruzó sin problemas".

Fragmento de "Cuando lleguemos a ese río", publicado AQUÍ, por Ojo humano, en el blog Palabra breve.

Y la rama con hojas

Foto de L. Kimball
El cuerpo y el alma

El sueño, el hambre
disponen lo que hay que hacer.

Hasta que algo conmueve:
dentro: caliente. Y genera.

Algo se apodera del alma.


Silvia Parque
Publicado originalmente en:
no soy Sylvia Plath

la MaLquEridA: Tortugas de caramelo

Empieza:

Créanme cuando digo "no puedo". Para llegar a eso es porque he pasado por todos los caminos, luchado con todos mis demonios.
Casi al final, asienta:

Luchar conmigo misma merece una corona de laurel [...]
Acá el vínculo para leerlo completo: la MaLquEridA: Tortugas de caramelo:

No vivir

Pere Gimferrer, en el prólogo de mi edición de "Coronación", dice que José Donoso bucea en la conciencia humana y que su narración sutil crea monstruos. Uno de esos monstruos es el personaje de Andrés.

Andrés es un heredero desocupado que se espanta de encontrar vacía su existencia. En alguna parte del libro, el narrador o el personaje dicen que dejó su juventud sin usar; gastó el tiempo en aprender a no equivocarse. Ahora se angustia.


Hay esta joya en la página 70:

Luego él también iba a morir, y pasarían miles, millones, miles de millones de años, y de él no quedaría nada, y el planeta seguiría rondando por los negros espacios intersiderales hacia un destino absurdo e inexistente Y entonces él, que jamás se expuso a nada que pudiera ser más comprometedor que la comodidad, ya no sería más que sustancia química transformándose, mineral, y no habría aprovechado el privilegio cortísimo de la materia de ser un poco más -vida, conciencia, voluntad- por un segundo en millones de años en que todo era casual.