No vivir

Pere Gimferrer, en el prólogo de mi edición de "Coronación", dice que José Donoso bucea en la conciencia humana y que su narración sutil crea monstruos. Uno de esos monstruos es el personaje de Andrés.

Andrés es un heredero desocupado que se espanta de encontrar vacía su existencia. En alguna parte del libro, el narrador o el personaje dicen que dejó su juventud sin usar; gastó el tiempo en aprender a no equivocarse. Ahora se angustia.


Hay esta joya en la página 70:

Luego él también iba a morir, y pasarían miles, millones, miles de millones de años, y de él no quedaría nada, y el planeta seguiría rondando por los negros espacios intersiderales hacia un destino absurdo e inexistente Y entonces él, que jamás se expuso a nada que pudiera ser más comprometedor que la comodidad, ya no sería más que sustancia química transformándose, mineral, y no habría aprovechado el privilegio cortísimo de la materia de ser un poco más -vida, conciencia, voluntad- por un segundo en millones de años en que todo era casual.

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