Hasta que no hay una vez más

Con esa mirada de tristeza, creí que no podrías disparar; enseguida supe que sí, pero me sorprendió tanta decisión al jalar el gatillo. Me dejaste caer. Me enterraste un cuchillo de cocina y volteaste a otro lado. Prendiste fuego a mi cabello y lo viste arder.

Como a una bruja, habías probado mi amor sumergiendo mi cuerpo en agua fría. Como a un perro, me habías sacado al patio, lejos, cuando no podías hablar conmigo. Morí ahogada, de inanición, y de cada forma en la memoria, antes del día en que dijiste "ya no te quiero".


Licencia Creative Commons  Por Silvia Parque; licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 2.5 México.

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